martes, 23 de julio de 2013

PIRENAICA 2013


Pirenaica 2013 no era el objetivo de la temporada, era mi sueño desde los 12 años de edad

Una vez os conté que crecí viendo el Tour de Francia, La Vuelta a España y el Giro de Italia, soñando con algún día poder recorrer en bici los puertos míticos de los Pirineos, Alpes o Dolomitas, osea que os podéis imaginar lo que ha significado esta experiencia para mí. 

Recuerdo que leí por primera vez sobre la Pirenaica en el blog de David y guardé el enlace como un tesoro, ¡¡gracias!! 

Después de varias propuestas, Angela y Nacho, se unieron a la aventura, ¡¡¡gracias compis!!! 

Nacho, Miguel, Ángela y yo.

Pirenaica 2013 consiste en 6 días, 6 etapas, 17 puertos y 650 kilómetros encima de la bici. Cada año son rutas diferentes y puertos diferentes, pero siempre subiendo los puertos míticos. 

Recorrido Pirenaica 2013


En esta edición subimos los puertos: Port Aine (19 kms), Bonaigua (22,5 kms), Pla de Beret (6 kms), Sout deth Pish (11 kms), Portillón (8,5 kms), Peyresourdes (14,5 kms), Aspin (12,5 kms), Tourmalet (17,5 kms), Luz Ardiden (15 kms), Aubisque (33 kms), Portalet {28,5 km (largo) y 6,5 kms (corto)}, Lac de Bious (12 kms), Marie Blanque (12 kms), Somport (27 kms), Laberouat (10,5 kms)y Piedra San Martín (28,5 kms).

El tiempo nos respetó bastante, pero por lluvia solo se dejó en el tintero dos puertos: Sout deth Pish (11 kms) y Portalet por el lado largo. 


No os voy a contar cada puerto, pero sí os digo que cada puerto es especial, cada puerto es único, son diferentes, no se pueden comparar, ninguno es fácil pero son preciosos, te enganchan, los disfrutas mientras sufres, es especial. 



Los paisajes, el sonido de los ríos, el aire puro, las tormentas, la lluvia, el calor, los silencios, las cabras, las avispas, los caballos, las moscas, las mariposas, las vacas, el viento, tu respiración, el sudor, la satisfacción y sufrimiento de cada pedalada ... 


Subiendo Port Ainé, preciosos 22 kms!


Mis herraduras!! Puerto Luz-Ardiden


En el Aubisque! 
Foto tomada por Miguel. Cuando íbamos de a camino al Marie Blanque

El Tourmalet (17,5 km), es el Tourmalet. Además lo subíamos el tercer día y era el último del día con 6 puertazos ya en las piernas. Mientras subía este coloso de los Pirineos se me encogió el corazón, no me lo podía creer, leer en el pavimento los nombres de los ciclistas profesionales, ufff se me puso la piel de gallina, qué pasada de puerto, qué duro es, qué bonito, qué largo, qué todo! Subí el puerto con Zohiartze y Miguel, gracias por vuestra compañía chicos, los últimos ¡10 kilómetros! son una auténtica tortura, pendientes del 8%, 9%, 10% y así hasta el final, una auténtica pasada! Mis piernas, ELLA y yo nunca lo olvidaremos! 


Conquisté al Tourmalet!!

Altimetría del Tourmalet

El puerto más duro (para mí) fue Laberouat, considerado el Mortirolo de los Pirineos:

Puerto de Laberouat
Uffff, el puerto me tiro al suelo en el km9, en una de sus interminables cuestas del ¡17%! la rueda delantera se levantó del pavimento, como acto reflejo me pongo de pie sobre la bici, en ese movimiento salta la cadena, no pude sacar la cala del pedal y fui a dar al suelo rugoso. Mi rodilla ha quedado marcada por este puerto. Por suerte, venían los chicos de la organización muy cerca y me ayudaron a montarme nuevamente en la bici y me dieron un empujón para coger impulso y poder seguir y coronar puerto.


Lauberouat conquistado!!!
En el último puerto del último día, Piedra de San Martín (¡28km!), cuando faltaban 3 kms para coronar puerto, subía con Gerardo y se me hizo un nudo en la garganta, ya se me acababa el sueño, se acababa el puerto, se acaba todo, y luego cuando bajábamos todos juntos hacia Urzainki (punto de inicio), uff fue precioso, se terminada todo, 6 maravillosos y sufridos días habían llegado a su fin.


Con Gerardo, cuando conquistamos la Piedra de San Martín!

La organización de Pirenaica se merece un 100/100! Siempre cuidándonos, mimándonos, siempre pendientes, todo muy bien organizado. No había prisas, en los puertos cada uno subía a su ritmo, excelentes avituallamientos, siempre nos daban muchos ánimos, éramos como una gran familia. Gracias a Biktor por todo, y también a las chicas, Amaya, Eli, Mari, a todas por ser tan amables y buena gente. 
Las chicas, MariCarmen, María, Angela y yo con Luis antes del Tourmalet.
Con Biktor, el creador de la Pirenaica.
A parte del recuerdo imborrable, lo que deja este viaje, son los nuevos amigos, mis compis de pelotón, Miguel, Miguel G. Gerardo, Zohiarte, Joseba, María, Jon Mikel, Angela, Nacho, Martín, Rufhus, los australianos, MariCarmen, Jorge, esas risas en el pelotón nunca las olvidaré.


Pirenaica 2013 (Grupo 1)
Además de los nuevos compis creo que al final lo que realmente queda es esa sensación de sentirte más ciclista, más humano, más libre.

Cicloturismo al 100%, al estado puro, sí, eso es lo que me gusta, es lo que me apasiona, es lo mío.

P.D. Una de las mayores preocupaciones antes de ir a este tipo de aventura es acertar en el desarrollo de la bici. En mi caso, mi bici, tiene un 52x36 (platos delanteros) y un 11x28 (en los traseros). En el puerto Laberouat fue el único momento en donde sentí que me hizo falta un piñón más.   

lunes, 1 de julio de 2013

El Ciclón Negro, el ciclista que rompió la barrera del color

Hace algunos meses mi compi Andrea me envió esta historia preguntándome si alguna vez la había leído. Yo no tenía la menor idea, la desconocía totalmente.

El sábado mientras veía la primera etapa del Tour de Francia reconocí a Kévin Reza (Team Europcar) ciclista francés (fácil de reconocer a un ciclista negro en un pelotón europeo) y me acordé de la historia de Marshall Walter Taylor y la comparto con todos vosotros.

Fuente: Historiasdelahistoria.com

En 1865 se aprobó la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que abolía y prohibía oficialmente la esclavitud en los Estados Unidos de América y, con excepciones limitadas (como a los condenados por un delito) prohibió la servidumbre involuntaria. Pero en el día a día, sobre todo en los Estados del Sur, todavía existían prejuicios raciales.

Marshall Walter Taylor nació el 26 de noviembre de 1878, en el estado de Indiana. Su padre, Gilbert, el hijo de un esclavo Kentucky, luchó por la Unión en la Guerra Civil y luego trabajó como cochero de los Southards, una familia adinerada de Indianápolis.

Cuando Taylor era un niño, solía acompañar a su padre para ayudarle con los caballos y entabló una estrecha amistad con Dan, el hijo de los Southards de su misma edad. De hecho, cuando Marshall tenía 8 años, se llegó a mudar a la casa de los Southards donde recibió la misma educación que Dan. Aquellos felices recuerdos se truncaron cuando la familia se trasladó a Chicago y Marshall tuvo que volver a su casa ... a la cruda realidad.

Con 13 años tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a la economía familiar y lo hizo de repartidor de periódicos con la bicicleta que los Southards le habían regalado cuando se marcharon. Aquella bicicleta se convirtió en su compañera inseparable.

Un avispado comerciante local, propietario de la tienda de bicicletas Hay and Willits, se fijó en la facilidad que Marshall tenía para hacer piruetas y acrobacias con la bici, así que lo contrató para hacer exhibiciones en la puerta de la tienda para atraer clientes. En las exhibiciones se vestía con un uniforme militar y desde aquel momento se quedó con el apodo de "Major".

La tienda en la que trabajaba patrocinaba una competición ciclista local y el día de la carrera Tom Hay, su jefe, le llevó, en teoría, sólo para verla ... cuando llegaron le apuntó: con 13 años, Marshall “Mayor” Taylor ganaba su primera competición con una superioridad abrumadora.

Durante algunos años más siguió trabajando en la tienda y compitiendo en algunas carreras amateur pero con 17 años conoció a Louis Munger, un exciclista y fabricante de bicicletas, que se convertiría en su manager y, sobre todo, en un buen amigo.

Munger le inscribió para competir en una carrera profesional en Indianápolis ... aunque sólo podían competir blancos. En un principio pensaron echarlo pero luego decidieron que sería mejor dejarlo participar ... ¿Qué iba a hacer un amateur negro contra los profesionales blancos? Con 17 años batió dos récord en pista (mile y fifth mile). Aunque la respuesta de los organizadores fue prohibirle volver a participar y no validar aquellos registros, ahora todos conocían al Ciclón Negro. Munger se lo llevó a Worcester (Massachusetts) donde tenía la fábrica y compitió en New York en una prueba de resistencia de seis días, consiguió terminar pero decidieron que no competería más en en este tipo de pruebas. Pero lo que sí consiguió en New York fue hacerse profesional.

En 1897 comenzó a competir en el circuito nacional pero el color de su piel le supuso muchas limitaciones: los promotores de las pruebas del Sur le impedían participar, otros muchos competidores le insultaban y lo tiraban de la bici en plena carrera, incluso uno le llegó a coger del cuello y lo dejó inconsciente (se saldó con una multa de $ 50) ... Pero no sólo en la competición, cuando compró una casa en un buen barrio de Worcester los vecinos hicieron una colecta para recomprarla por $ 2000 más, algunos hoteles se negaban a alojarlo ... Aún así, Taylor consiguió siete récords mundiales, ganó 29 de las 49 carreras que disputó como profesional y en 1899 logró el Campeonato del Mundo en Montreal (Canadá).

Su fama saltó a Europa y los promotores franceses quisieron contratarlo y, aunque al principio se mostró reticente, accedió con la condición de no competir en domingo – era un devoto seguidor de la Iglesia Baptista -. En 1902 compitió en el circuito europeo – en igualdad de condiciones que los blancos – ganando la mayoría de las carreras en las participó y cimentando su reputación como el mejor ciclista del mundo. La gira europea continuó hasta Australia para convertirse en el deportista mejor pagado de la época ($ 30.000 anuales).



En 1910, con 32 años, Taylor se retiraba. Algunos fracasos empresariales, el crack del 29, la separación de su mujer y la enfermedad dejaron al Ciclón Negro solo y arruinado.

Durante unos años sobrevivió vendiendo por las calles su autobiografía "The Fastest Bicycle Rider in the World". En 1932, a los 53 años, murió y fue enterrado en una fosa común en el Cementerio Mount Glenwood de Chicago. Años más tarde, un grupo de exciclistas profesionales que conocían la historia de Taylor exhumaron sus restos y los enterraron en una tumba individual con una placa de bronce que reza:

Al Campeón Mundial de ciclismo que superó el difícil camino sin odio en su corazón. Honesto, valiente, creyente, de vida limpia y caballeroso deportista. Un recuerdo a su carrera en la que siempre dio lo mejor. Te has ido pero no te olvidamos